En la década de los sesenta, tratar de llevar un estilo de vida comprometido con el medio ambiente y el consumo responsable era un fenómeno inusual, incluso marginal. Sin embargo, hoy día, en pleno siglo XXI, la corriente «verde» es decididamente una corriente muy potente que ha provocado un gran cambio en las reglas del juego de la comercialización, llevando al marketing verde.
Hace 50 años, los hippies-precursores de los hoy llamados «consumidores verdes» vivían cual ermitaños apartados del sistema eléctrico del país, instalaban en el techo de sus casas calentadores solares para el agua, cultivaban su huerto, se ponían ropa de cáñamo u otras fibras naturales y conducían la mítica furgoneta de Volkswagen… En aquella época los productos naturales y ecológicos estaban disponibles pero se fabricaban y vendían casi en la clandestinidad, y al no haber una demanda generalizada, eran caros y no inspiraban la confianza de las grandes marcas.
Los detergentes naturales que aparecieron en el mercado en los años 70 como consecuencia del temor a los fosfatos dejaban la ropa con un aspecto sucio; la primera generación de tubos fluorescentes compactos chisporroteaban e irradiaban una especie de neblina verde, y los multicereales sabían a cartón… Si querías contribuir al reciclaje de la basura, tenías que arrastrar tus botellas y periódicos diarios a un punto de retorno inconvenientemente situado en el lado opuesto de la ciudad. Los medios de comunicación «verdes» se limitaban a difundir el National Geographic o los programas especiales de aventuras submarinas de Jacques Cousteau. Así era entonces. Por suerte, los tiempos han cambiado un poco (en algunos lugares más que en otros) y con ellos las reglas del «marketing verde» de cómo saber vender estos productos que respetan el medio ambiente y generan al mismo tiempo riqueza social.
Según J. Ottman Consulting, hoy en día, cerca del 83% de la población adulta en Europa y Estados Unidos incorpora algún tipo de hábito o comportamiento «verde».
Hoy en día, cerca del 83% de la población adulta en Europa y Estados Unidos incorpora algún tipo de hábito o comportamiento «verde».
Disfrutamos de un estilo de vida donde las opciones sostenibles son accesibles, atractivas y cumplen con nuestras expectativas. Gracias a los avances en el desarrollo de materiales y tecnología, los productos son ahora más «verdes», es decir, provocan un impacto ambiental mucho menor que las alternativas convencionales, y además, son más sostenibles, porque añaden a su impacto una dimensión social, por ejemplo, los productos de comercio justo. No se trata sólo de productos de calidad, sino de productos fabricados con materiales más respetuosos con el medio ambiente, menos tóxicos, mejor diseñados y producidos con mayor eficiencia en condiciones laborales más justas que en el caso de sus homólogos productos «marrones».
Junto a ello, con el marketing verde, los canales de distribución también han cambiado. Los productos ecológicos, locales, certificados, de comercio justo, etc. se encuentran ya fácilmente etiquetados e identificados en supermercados convencionales como Carrefour, Aldi, Supercor o Eroski, y por supuesto, vía comercio electrónico. La energía solar, confinada a los tejados, ha pasado a ser absolutamente móvil, alimentando nuestros teléfonos, coches, reproductores, farolas, aviones, satélites e incluso barcos.
Grandes y nuevas empresas incorporan nuevas líneas de productos más naturales o creados a partir de materiales reciclados como los pañuelos o material de oficina, camisetas hechas de botellas de refresco recicladas, cosméticos sin aditivos químicos, y ropa sostenible como la de Ecoalf, por citar un ejemplo.
El marketing verde ha llegado para quedarse, y su tendencia va en claro aumento hacia un crecimiento exponencial, marcando las reglas para la evolución de los mercados.
Para los profesionales del marketing y para las empresas, es clave conocer la mejor manera de atender a los informados consumidores «verdes» de hoy que exigen coherencia y compromiso además de calidad y buenos precios.
Saber explicar, transmitir y vender este tipo de productos y servicios verdes marcará la diferencia entre el viejo marketing y el marketing de vanguardia. Quienes lideren esta tendencia no sólo verán aumentar sus ventas y cuota de mercado, sino que además estimularán su capacidad de innovación, ahorrarán dinero, mejorarán la moral y motivación de sus empleados y serán más capaces de atraer y retener a las mentes más brillantes.
Es a lo que muchos autores llaman «Abrazar la sostenibilidad», es decir, trabajar hoy para que las generaciones futuras puedan satisfacer sus necesidades mañana y disfrutar de un mercado a largo plazo para nuestros productos o servicios, al mismo tiempo que protegemos las fuentes de materia prima de las que todos los negocios y actividades económicas dependen.
Fuentes:
The New Rules of Green Marketing. J. OTTMAN.
Sustainability: The «embracers» Seize Advantage