Liderazgo basado en valores → Culturas corporativas fuertes → Comportamientos productivos, innovativos y éticos → Crecimiento sostenible.
Últimamente, se está usando un nuevo vocabulario en la gestión empresarial y en la prensa económica. El nuevo léxico incluye términos como «globalización», «crecimiento sostenible», «stakeholders», «innovación continua», «cultura corporativa», «ética» y «liderazgo basado en valores». Estas palabras, aunque no parezcan relacionadas, constituyen un reto formidable para la comunidad empresarial. Los líderes de organizaciones globales deben aprender a crear culturas corporativas sostenibles tanto social como económicamente.
Este reto es a la vez muy complejo y muy importante. Empecemos por la complejidad, que deriva de la disparidad de sus elementos:
- La necesidad de proteger el medio ambiente, con un uso eficiente de los recursos. También incluye los problemas de emisiones de gases y calentamiento global.
- El imperativo moral de dar un trato digno y respetuoso a los empleados en países en vías de desarrollo. Esto incluye darles también una buena formación para que puedan contribuir al desarrollo en el largo plazo de sus países.
- Responsabilidad social para con todos los stakeholders, no solo con los clientes. Estas personas de interés incluyen además a los empleados, los proveedores, los distribuidores y las comunidades locales.
- El imperativo legal de obedecer las leyes y regulaciones de cada país en los que opere la organización. Además, hay que ir más allá para incluir prácticas éticas en la gerencia.
Pero también el reto es importante, porque una vez alcanzado dotará a la empresa de mayor rentabilidad a largo plazo.
La bola roja del beneficio
Ya en 1975, James Burke, CEO de Johnson&Johnson, reconocía este reto y la necesidad de implantarlo. En una reunión con sus ejecutivos, uno de ellos dijo que ser un ejecutivo en una gran empresa era como ser un malabarista de circo, intentando mantener cinco bolas en el aire simultáneamente. Cuatro de esas bolas eran blancas (las que representan a los clientes, los proveedores, los empleados y las comunidades). La quinta bola, la que representa a los accionistas, era roja. Dijo que era posible dejar caer una de las bolas blancas y sobrevivir, pero dejar caer la roja sería fatídico. En ese momento, James Burke le dijo: «Amigo mío, me temo que te equivocas. Hoy, todas las bolas son rojas».
Fue el primer líder en reconocer la nueva realidad y el reto de equilibrar las necesidades de todos sus stakeholders. Poco después se convirtió en uno de los CEO más exitosos en EE.UU. Ahora, en las organizaciones progresistas y globales, los líderes buscan crear y mantener culturas corporativas responsables, saludables y éticas.
Pero esa tarea está muy lejos de ser fácil. Muchos estudios muestran que transformar verdaderamente la cultura de una organización es extremadamente difícil. De hecho, hay pocos casos en los que los intentos de cambiar la estrategia, estructura, sistemas y comportamientos de una empresa grande y establecida hayan tenido éxito. El principal problema es que los líderes tradicionalmente han usado el poder centralizado y el control para cambiar sus organizaciones. Pero ese tipo de liderazgo y la estructura burocrática y jerárquica ya no son la norma en el mundo organizacional.
Hoy, las empresas de vanguardia son dinámicas, orgánicas y descentralizadas. Sus líderes usan valores compartidos, la misión y su visión para alinearlos con los corporativos, con innovación para los procesos adaptativos al cambio.
Nuevas formas de liderazgo
Los valores de los líderes son los principales conductores de la cultura de la organización. Ese ethos, o sistema de valores, influencia comportamientos, en la medida en que los empleados estén motivados. Es importante también que ese ethos esté identificado con la misión y los objetivos de la empresa. Y el rendimiento de esos comportamientos da resultado, ya sea medido económicamente o socialmente, en términos de sostenibilidad.
Así, todo comienza con el liderazgo y, en particular, con los valores del líder. Sus valores determinan básicamente el comportamiento y los resultados de su organización. Cuanto más fielmente creen los líderes culturas basadas en valores que construyan un fuerte sentido de comunidad a través de la implicación de los empleados, menos control central tendrán que ejercer. Así, será más probable que las empresas respondan de manera apropiada y continuamente a las necesidades cambiantes de sus stakeholders.