Desde hace varios años son ampliamente reconocidos los beneficios que la agricultura ecológica provoca en el paisaje y en los seres humanos, tanto en los consumidores como en los agricultores. Los suelos se benefician de la materia orgánica, las plantaciones no sufren con insecticidas ni pesticidas, se crea una mayor biodiversidad silvestre y además los alimentos que nacen de aquí tienen un mayor número de nutrientes que enriquecen la salud del ser humano.

Dentro del Parque Agroecológico del Sureste de Madrid, en el municipio de Rivas Vaciamadrid, encontramos una huerta ecológica certificada de dos hectáreas con productos que nacen gracias a las manos de los trabajadores del Centro Especial de Empleo Roncalli, dedicado a la integración laboral de personas con Discapacidad Intelectual. Una de las líneas de actividad de la Fundación Juan XXIII Roncalli a la que pertenece, Productos Ecológicos y Servicios RSE, se centra en cuidar el medioambiente y en desarrollar los hábitos saludables en las personas. Con 10 empleados, la huerta de la Fundación, que empezó hace cuatro años, es la línea más joven del Centro Especial de Empleo Roncalli.

Una de las máximas de esta actividad es el contacto con la naturaleza, y esto precisamente es lo que más le gusta a Gabriela, una trabajadora que se incorporó hace dos meses al equipo. «Lo que más me gusta es recolectar los productos que salen de la tierra, esto es lo más bonito», comenta emocionada. Además «realizamos voluntariados para empresas y colegios, para concienciar sobre la importancia de cuidar el medioambiente», añade Thais Valero, Gerente de esta línea de actividad. Después de recoger los productos como hace Gabriela, Daniel se encarga de colocarlos en cestas que luego llegarán a nuestras manos y a las empresas que contratan dicho servicio. Así, nos enseñan a habituarnos a otros sistemas de producción que son más sostenibles y solidarios tanto medioambientalmente como socialmente.

Otra de las áreas de la Fundación Juan XXIII Roncalli es su Centro de Formación para el Empleo, donde ya más de 400 alumnos con Discapacidad Intelectual y Enfermedad Mental han realizado cursos dirigidos a diferentes áreas como esta de la que hablamos. Gracias a él, y a sus profesionales, multitud de alumnos cuentan con una formación adaptada a sus necesidades y a sus capacidades. Aquí es donde se formó Gabriela, y ahora, gracias a todo lo que aprendió en el curso de ‘Operaciones Básicas de Agricultura Ecológica’, puede desarrollar un trabajo como cualquier otra persona. No hay que olvidar que la misión principal de Fundación Juan XXIII Roncalli es la lucha por la igualdad de oportunidades y la concienciación de la sociedad a las dificultades en materia de educación que sufre el colectivo de la Discapacidad Intelectual.


Almudena García, más info

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