Frente al modelo agrícola y alimentario dominante, monopolizado por unas pocas empresas de la agroindustria que anteponen intereses privados y empresariales a necesidades colectivas, se plantea el paradigma alternativo de la agroecología o agricultura eco-lógica, que apuesta por una producción, distribución y consumo de alimentos de proximidad, de temporada, campesinos, adecuados culturalmente, etc.
Este mes hemos celebrado el Día Internacional de la Conservación del Suelo (7 de julio). Pocos nos planteamos en el día a día la enorme importante que tiene procurar mantener el equilibrio y la fertilidad de la tierra, fuente de alimentos y agua.
El suelo es un componente esencial del medio ambiente en el que se desarrolla la vida. Es frágil, de difícil y larga recuperación (tarda desde miles a cientos de miles de años en formarse), y su extensión, como todo en este Planeta, es limitada, por lo que se considera como recurso no renovable. Un uso inadecuado puede provocar su pérdida irreparable en tan sólo algunos años.
Usamos el suelo para TODO: agricultura, ganadería, pastos y montes, extracción de minerales y de materiales para la construcción, soporte para las edificaciones, eliminación de residuos, actividades de ocio y recreo, ampliación de ciudades, carreteras…
La erosión, la compactación, el exceso de tóxicos, residuos y basuras, la deforestación, el aumento de la salinidad y de la acidez del suelo son los mayores problemas relacionados con su uso inadecuado, y ya sabemos que mantiene una relación directa con la escasez de alimentos y agua potable en un futuro no muy distante.
POR SUERTE, las jóvenes generaciones tienen una interesante vía para revertir poco a poco esta situación: el sector de la agricultura ecológica, de cercanía y respetuosa con el medio y la salud de las personas es la aliada indiscutible para la preservación de la integridad del recurso natural suelo, consigue aumentar la producción de la tierra y su práctica en ámbito rural y urbano permite concienciar sobre los beneficios de manejar y proteger la tierra adecuadamente.
La agricultura ecológica, además de ser una herramienta clave para preservar la biodiversidad local, es también un importante nicho de mercado y sector emergente de emprendimiento verde y social que ofrece a los emprendedor@s un atractivo abanico de posibilidades en donde casi todo está por hacer.
En los últimos años ha sido uno de los sectores que más ha crecido, moviendo un interesante volumen de negocio. Según las empresas de tendencias, en los próximos años en España, su crecimiento será espectacular.
Un ejemplo de éxito para convencernos de la importancia del sector en términos económicos sería, el de la cooperativa L’Olivera, productora de una pequeña cosecha de vino blanco y de aceite de oliva de calidad. Un proyecto socioempresarial que se construye a partir de la recuperación de las viejas tradiciones y que se enraíza con los nuevos movimientos sociales, como el slow food, que reivindican la recuperación del valor de la agricultura tradicional y la importancia de la calidad de las materias primas y los alimentos, en una clara voluntad de rescatar unos ritmos vitales más acordes con la naturaleza. Actualmente facturan cerca de un millón de euros.
Otro buen ejemplo es el de Lonxanet Directo SL, una iniciativa empresarial ideada y liderada por Antonio García-Allut cuyo objetivo es implicar a la comunidad pesquera en la comercialización de sus productos, mediante el establecimiento de un precio justo por su trabajo, contribuyendo a su profesionalización y apoderándolo como agente clave de su propio futuro. «Del mar a la mesa en tan sólo 24 horas y a cualquier punto de la Península, este es el lema de esta empresa gallega que utiliza como factor clave de innovación social el hacer rentable la plataforma comercializadora integrando a las cofradías de pescadores en el modelo de negocio.
El sector de la agricultura ecológica está lleno de oportunidades para el emprendimiento y la innovación social y tecnológica, desde el aumento de la calidad de la producción, apicultura, polinización… hasta la comercialización de semillas, pasando por la investigación para el control biológico de plagas, creación de nuevos productos saludables y enlazando con la inserción laboral, turismo, educación, internacionalización… mil y una posibilidades, ideas y nichos por explorar que pueden convertirse en modelos de negocio con triple impacto positivo (medio ambiente – sociedad – economía).