Las estadísticas sobre el cambio climático nos asombran. En los dos últimos años, la economía global ha crecido en un 6,5%, mientras que las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la generación de energía y del transporte no han crecido nada, según informó el mes pasado la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Las emisiones de CO2 en Europa, Estados Unidos e – impresionantemente – China han estado decreciendo.

¿Qué está pasando con el cambio climático?


Estas cifras llevan a hacerse una pregunta clave sobre si las naciones están evitando los peores efectos del cambio climático: ¿Está el mundo en un camino de «separación» de la actividad económica de las emisiones de dióxido de carbono?

Dicho de otra manera: ¿Es posible aspirar a un futuro de «verde» que conlleve crecimiento, prosperidad y menos emisiones de CO2? O como otros temen, ¿se trata de un mito peligroso?

El pasado 22 de abril, las Naciones Unidas realizaron una ceremonia oficial de firmas del Acuerdo de París contra el cambio climático. La esperanza era que este notorio evento asegurase el compromiso político de no superar el temido efecto de un calentamiento global de 2ºC.

Pero incluso los expertos entusiasmados por este acuerdo coinciden en que, incluso con el compromiso político mencionado, la tarea será extremadamente dura. La mayoría no sabe si ser optimista al respecto, asegurando que se puede lograr, o ser pesimistas, ya que nadie piensa que será fácil.

La «separación del carbón»

En su reciente análisis, la AIE, órgano enlazado con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), informó que las emisiones de CO2 globales procedentes de la producción de energía no han aumentado desde 2013, permaneciendo en los 32.100 millones de toneladas mientras la economía seguía creciendo.

Esta sorprendente «separación» de las emisiones de dióxido de carbono de la actividad económica ha sido liderada por los dos mayores emisores, China y Estados Unidos, ya que ambos registraron reducciones en sus emisiones de alrededor de 1,5%.

El descubrimiento de la AIE siguió una conclusión similar a otra investigación similar, liderada por Corinne le Quere de la Universidad de East Anglia en Inglaterra, anunciada durante la conferencia del clima en París el pasado diciembre.

Una buena parte de esta separación, coinciden ambos estudios, se atribuye a China. Su vuelco ha sido «bastante notable», dijo Fergus Green, un analista de la política energética china de la Escuela de Economía de Londres. El uso de carbón del país creció anualmente en más del 8% entre 2000 y 2013, y ese crecimiento era la principal causa del incremento de las emisiones globales de CO2.

En 2011, China conseguía el 80% de su energía del carbón. Pero la creciente preocupación sobre las nieblas tóxicas ha desencadenado nuevos controles, lo que se ha traducido en el desmantelamiento de muchas plantas eléctricas basadas en la quema del carbón. Esta cayó en un 3% en 2015, mismo periodo en el que el porcentaje de energía en China producida por este combustible fósil cayó en un 70%, de acuerdo a la AIE.

Las emisiones chinas procedentes de la quema de petróleo y gas continúan creciendo, dijo Green. Pero están más compensadas por una combinación del uso decreciente del carbón y las reducciones en la demanda de energía por los cambios estructurales de la economía china, con el rechazo de las industrias pesadas devora-energías, como la producción de cemento o acero.

Las emisiones chinas per cápita exceden a las de Europa, aun cuando la renta media es menos de la mitad de la correspondiente a la Unión Europea. Pero China parece estar encaminada a la redención para contribuir a frenar el cambio climático. En París, Pekín se comprometió a alcanzar el punto máximo de sus emisiones para 2030. De hecho, puede que ya lo hayan hecho, dijo Green. Y aunque no lo hayan hecho, solo se prevén pequeños incrementos de aquí en adelante.

China está siguiendo un camino que ya tomaron la mayoría de las naciones económicamente desarrolladas. La intensidad del carbón de los países de la OCDE ha sido reducida a más de la mitad desde 1970, equivalente a la mitad de CO2 emitido por cada dólar de PIB [PDF].

Últimamente, las cosas han ido más allá. Las emisiones estadounidenses han estado cayendo durante más de la mitad de la década, ya que el carbón se ha ido sustituyendo por el gas natural procedente del fracking y la energía eólica. Estados Unidos se ha hecho un 28% más rico, pero un 6% más limpio desde 2000. 21 países – todos en Europa excepto Estados Unidos y Uzbekistán – han reducido sus emisiones procedentes del carbón mientras aumentaban su PIB.

Las emisiones de CO2 globales se han estancado en los dos últimos años, a pesar del crecimiento de la economía.

Parte de esta separación es resultado de que las economías como la de China se hayan alejado de las industrias pesadas, dijo Aden. Pero este es un elemento menor, cree. Estas 21 naciones muestran una media de reducción de las emisiones en un 15%, pero los recortes en la cuota industrial del PIB son solo de un 3%.

Dicho esto, claramente no todos los países están realizando la separación del carbón. Las emisiones siguen aumentando en gran parte de Asia y Oriente Medio. Desde Turquía hasta India, el entusiasmo por el carbón sigue siendo fuerte. India planea doblar su ya gran producción de carbón, justificada por el gobierno de Delhi señalando que sus emisiones per cápita son solo la décima parte de las estadounidenses. Pero los optimistas sostienen que, a pesar de la fanfarronada, India también tiene grandes planes para expandir su producción de energía solar y contribuir a frenar el cambio climático.

Está lejos de ser claro, dijo le Quere  de la Universidad de East Anglia, que el mundo haya alcanzado ya sus máximos de emisiones de CO2 procedentes de la energía – aún menor si se comparan con los picos de emisiones de gases invernadero en general. Pero con los tres mayores emisores – China, Estados Unidos y la Unión Europea – mostrando signos de la separación, las señales son muy esperanzadoras.

La primera pista de que la separación estaba llegando se produjo hace cuatro años, cuando un informe de la Agencia de Consultoría Ambiental de los Países Bajos y el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JRC) encontró que en 2012 las emisiones de CO2 solo aumentaron un 1,1% de manera global, mientras que el PIB aumentó un 3,5%. Greet Janssens-Maenhout de JRC dijo: «Está habiendo una continua y creciente separación en los últimos cuatro años».

No hay ningún precedente actual de la separación del carbón. El crecimiento de las emisiones de CO2 globales se tambaleó brevemente en los años 80, en 1992 y de nuevo en 2009, pero en todos los casos se debió a un declive de la actividad económica, por lo que no se pueden tomar como precedentes.

Energías renovables

La mejor prueba de esta separación es el crecimiento drástico de la energía renovable. El año pasado, más de la mitad de dinero se puso en aumentar la capacidad de energías renovables como la solar y la eólica, que en las nuevas plantas de quema de combustibles fósiles, de acuerdo a un nuevo análisis de la Escuela de Finanzas y Administración de Frankfurt. Por primera vez, la mayoría de las inversiones se hicieron en países en vías de desarrollo, siendo China responsable del 36% del total.

La razón tiene que ver tanto con el precio como con las políticas contra el cambio climático. El coste de los equipos fotovoltaicos, la mayoría fabricados en China, ha caído en un 80% en la última década. Como resultado, las subastas de energía solar en Texas han visto recientemente precios tan bajos como 4 centavos por kilovatio-hora, muy por debajo de la mayoría de la energía proveniente del carbón.

Las energías renovables solo producen alrededor del 10% del total de la electricidad generada mundialmente. Aun así, Ulf Moslener, coautor del informe de Frankfurt, dijo que las recientes inversiones en energía verde han reducido las emisiones de CO2 de todas las fuentes de energía, incluido el transporte, en aproximadamente 1.500 millones de toneladas, o un 5% de las que se hubiesen producido si no.

El crecimiento de las energías renovables está siendo acompañado por un agudo declive de la quema de carbón, no solo en China, sino también en Estados Unidos y en otras partes. La bloggera climática canadiense Kyla Mandel hace poco hizo notar que un cuarto de los países de la Unión Europea ya no quema carbón para generar energía.

Este proceso se amplifica por una huida del capital, ya que los inversores temen que las caras minas de carbón y las plantas dedicadas a su quema se han convertido en «activos varados», sin mercado, ya que las energías renovables aumentan y los límites en las emisiones de CO2 empiezan a reducirse. La industria del carbón ha recibido un fuerte golpe, ya que Peabody Energy, la mayor compañía de carbón de Estados Unidos, ha abierto un expediente para el Capítulo 11 de protección por bancarrota recientemente.

Es muy probable que esta preocupación se extienda a otros combustibles fósiles, dijo el analista de energía británico y antiguo director científico de Greenpeace Jeremy Leggett. Los actuales precios bajos del petróleo animarán a la quema del mismo y puede que pospongan la penetración de mercado de por ejemplo los coches eléctricos. Pero esos mismos precios bajos también disuaden las inversiones en nuevas fosas petrolíferas. Leggett publicó en su blog: «La mayoría de las compañías petrolíferas se enfrenta a un futuro en el que puede que no tengan capital para expandirse, aunque aún quieran hacerlo».

Pero se trata de tendencias compensatorias. La auditoría de emisiones de la AIE no cubre todas las emisiones de CO2. La deforestación del último lustro ha sido una de las mayores causas de las emisiones de gases invernadero, aunque también parece que está decayendo. Las más preocupantes – porque aún están incrementándose y de manera rápida, y fueron dejadas de lado en el acuerdo de París contra el cambio climático – son las emisiones de la aviación y los envíos internacionales.

La industria de la aviación y el cambio climático

Los planes de expansión de la industria de la aviación podrían llevar a sus emisiones a triplicarse para 2040, dijo Annie Petsonk de la Fundación de Defensa del Medioambiente. Una vez se tengan en cuenta estas emisiones, «la separación afirmada por tantos países desaparece completamente», dijo Kevin Anderson de la Universidad de Manchester en Inglaterra.

Puede que la industria de la aviación llegue a un acuerdo a finales de este año para compensar sus emisiones y su contribución al cambio climático, invirtiendo en los proyectos de las Naciones Unidas para la conservación de los bosques.

Pero a algunos ecologistas les preocupa que simplemente financien proyectos que ya han sido prometidos por los gobiernos como parte de sus planes para cumplir con sus compromisos de París. Si es así, no habrá beneficio adicional para el planeta, ya que no se estarán realizando planes más allá de los ya acordados.

El metano

También hay una preocupación creciente sobre las tendencias de algunos gases invernadero – en particular, el segundo calentador más importante producido por el hombre, el metano, el principal componente del gas natural. Cuando se quema, el gas natural produce energía con emisiones menores de CO2 que el carbón. Pero si en los sistemas de distribución se producen fugas de gas, el efecto de ese metano en el calentamiento global y el cambio climático podría anular el beneficio de cambiar el carbón por esta fuente.

«Las cifras del metano pueden minar la teoría básica [de la separación]», dijo el activista climático Bill McKibben, que recientemente escribió en The Nation que las emisiones estadounidenses de metano – «el despreciable hermano menor del CO2» – han aumentado en más de un 30%. En el artículo, McKibben apuntó a las fugas del fracking como una posible causa.

Es un fallo lesivo de la legislación, pero al menos es reparable, a un coste relativamente bajo, de acuerdo a estudios del Programa de Medioambiente de las Naciones Unidas. Y mientras el metano es un potente gas invernadero, su vida en la atmósfera es algo menor a una década, por lo que no viviremos con las consecuencias tanto tiempo como con las de las emisiones de CO2.  

Aunque las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero puedan ser contenidos, la separación no arreglará el cambio climático, dicen los críticos de esta narrativa. El principal problema está en que el calentamiento no se produce por las emisiones anuales sino por la acumulación de estos gases en la atmósfera. Y mientras el metano puede desaparecer relativamente pronto, el dióxido de carbono se queda durante siglos.

El año pasado, la concentración de CO2 en la atmósfera superó las 400 partes por millón (ppm) por primera vez. Según el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, mantener el calentamiento global por debajo de 2º requiere probablemente mantener la cifra anterior por debajo de 450 ppm.

Esto significa emitir en total no más de alrededor de 800.000 millones de toneladas de CO2 de todas las fuentes. En la práctica, las emisiones tienen que reducirse a cero a mitad de siglo, como dice le Quere: «Necesitamos bajar las emisiones a cero. Cuanto más rápido sea el descenso de las emisiones, menor riesgo implicará».

La separación del carbón es real, pero solo es el principio para frenar el cambio climático.

Esta entrada es una traducción de: https://www.greenbiz.com/article/low-carbon-economic-growth-really-possible

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