Hoy día, más que en ningún otro momento de la historia posterior a la Revolución Industrial del siglo XIX, se hace evidente la urgente necesidad en el contexto global de poner freno a los procesos de producción y consumo que devastan a un ritmo desorbitado los recursos naturales de la biosfera.

Y decimos que es hoy día cuando se hace más evidente que nunca este hecho porque, llegados a un punto crítico de tambaleo económico a la vez que a un punto más honesto de conciencia y conocimiento, ciertos pensadores han deducido que, para lograr avanzar en el difícil camino hacia la sostenibilidad, ya no basta con recetas aisladas de reajuste y readaptación del sistema ni de aparentes mejoras, sino que la solución viene de la mano de una nueva reinterpretación del sistema mismo, reformulación de las cuestiones, cambio de paradigmas, revolución cultural.

En la biosfera coexisten todos los ecosistemas naturales en un equilibrio delicado pero absolutamente eficaz y efectivo. En la naturaleza, los procesos de producción y consumo son cíclicos (todo vuelve a la tierra de la que nace gracias a la energía del sol), todo tiene una razón de ser, todo se encuentra interconectado y no existe el concepto “residuo”, lo que hace de este sistema natural un sistema autosuficiente, sostenible y perfectamente diseñado.

El ser humano interviene en la biosfera para actuar sobre el ambiente y satisfacer distintos tipos de necesidades como crear o fabricar paisajes agrarios, industriales, viales, urbanos. Con su actividad desequilibra de manera inevitable la delicada relación de los ecosistemas naturales, especialmente por los procesos de producción y consumo lineales: la tecnosfera, el conjunto de medios artificiales que soportan el desarrollo de la sociedad humana, tiene su punto de abastecimiento en la biosfera, de donde se nutre para dar lugar a gran cantidad de residuos y contaminación que se deposita en los sumideros naturales a un ritmo de más de 33.000 millones de toneladas anuales.

Un sistema fortuito no-diseñado

Nadie diría que nos hallamos ante un sistema diseñado, ni siquiera mínimamente meditado. Desde la revolución industrial que supuso la aplicación de los combustibles fósiles a la actividad industrial humana hasta nuestros días, los inéditos acontecimientos históricos que han formado parte del desarrollo de la tecnosfera han contribuido sin premeditación al deterioro inevitable y progresivo de los ecosistemas naturales y de las fuentes en las que se sustenta nuestra propia supervivencia.

A principios del siglo XXI, entre la mitad y una tercera parte de la superficie terrestre ha sido transformada por la acción humana. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado más de un 30 por ciento desde el comienzo de la revolución industrial. La acción humana ha fijado más nitrógeno atmosférico que la combinación de todas las fuentes terrestres naturales. La humanidad utiliza más de la mitad de todo el agua dulce accesible en la superficie del planeta.

Aproximadamente una cuarta parte de las especies de aves del planeta se ha sido extinguida por la acción humana y las dos terceras partes de las principales pesquerías marinas se hallan sobre explotadas o agotadas. De casi las 7.000 lenguas existentes en 2007, la mitad desaparecerá con su último hablante antes del final de este siglo. Mil millones de personas en todo el mundo viven con menos de 1,40 euros al día.
El planeta ha experimentado la presión de dos siglos de crecimiento demográfico acelerado (de 1.000 millones de personas en 1800 a 6.600 millones en la actualidad, la mitad de ellos concentrada en áreas urbanas, que ocupan sólo entre el 3% y el 4% del total de las tierras emergidas), un crecimiento que ha dejado huellas indelebles en el mapa del mundo.

Nos encontramos pues, por primera vez en la historia, en un “mundo lleno”, con una tecnosfera mal diseñada y tecnócrata, unas sociedades superpobladas, ineficientes y con una terrible desigualdad social, cultural, económica y ambiental.

Ideas ecoinnovadoras para un mundo más sostenible

Ante una situación crecientemente insostenible, es el momento de hallar y aplicar a los retos detectados soluciones ecoinnovadoras, consensuadas y “a largo plazo”.

Jorge Riechmann, en su libro Biomímesis, ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecosocialismo y autocontención, resume de manera acertada los cinco principios de las sociedades actuales para hacer frente a los grandes retos del mundo actual:
· principio de gestión generalizada de la demanda;
· principio de biomímesis;
· principio de ecoeficiencia;
· principio de precaución, y
· principio de igualdad social.

Una de las más innovadoras, precisas y completas herramientas de cambio que parece encarar los retos del siglo XXI es la metodología del ecodiseño que, según la Directiva 2005/32/CE conocida como PuE (Productos que Usan Energía), se define como la “Integración de los aspectos medioambientales en el diseño del producto con el fin de mejorar su comportamiento medioambiental a lo largo de todo su ciclo de vida”.

En el análisis del ciclo de vida de los productos se encuentra precisamente la clave del ecodiseño. Esta visión global del ciclo de vida permite no perder la perspectiva ambiental, social, cultural… al diseñar productos o procesos pudiendo prever y evitar los posibles impactos.

Tomando como punto de partida el ecodiseño, William McDonough y Michael Braungart popularizan el concepto Cradle to Cradle con su libro publicado en 2002: “De la cuna a la cuna, rediseñando la forma en que hacemos las cosas” (Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things).

En contraposición al concepto “de la cuna a la tumba” propio de los procesos de producción y consumo de final de tubo, Cradle to Cradle “de la cuna a la cuna” propone un nuevo diseño de productos y procesos en un sistema que adopte una estrategia para el cambio más allá de la ecoeficiencia: la estrategia de biomímesis (‘eco-efectividad’). Es decir, una estrategia para el cambio que deje de lado el ser “menos malo” para pasar a hacer las cosas “bien” tomando como fuente de inspiración los sistemas naturales.

Cradle to Cradle identifica tres principios de diseño clave presentes en los sistemas naturales que sirven claramente de inspiración al diseño de los procesos técnicos:

1. Basura = Nutriente
2. Utilización de la renta solar
3. Celebración de la diversidad

Si remodelamos los diseños humanos según la dinámica de generación de materiales propia de los sistemas naturales en los que éstos son “alimento” tanto para los sistemas biológicos como para los sistemas industriales, se aprovecha la energía del sol y se celebra la diversidad de la naturaleza, en breve se creará un nuevo paradigma para la industria en el que la actividad humana genere un amplio espectro de valores ecológicos, sociales y económicos.

Frente a la situación actual de los sistemas productivos insostenibles, los principios Cradle to Cradle y las pautas de actuación según la estrategia de eco-efectividad serían, por ejemplo, lanzar anualmente un 0 por ciento de toneladas de tóxicos en el medio ambiente, medir la prosperidad por la cantidad de capital natural que nos es posible aumentar de manera productiva y por el número de personas que están empleadas en trabajos con sentido y medir el progreso por el número de edificios que no emiten contaminación al aire ni al agua. Prescindir de normas complejas creadas para ralentizar la lenta agonía del sistema, no producir materiales peligrosos que precisen vigilancia constante por parte de las generaciones futuras, “supraciclar” los materiales valiosos y eliminar los residuos y celebrar la abundancia de diversidad biológica y cultural.

¿Y cómo plantean los autores esta estrategia de cambio? Sin duda, una de las ideas más ilustrativas del pensamiento Cradle to Cradle es considerar todos los recursos como “nutrientes” y su clasificación en dos tipos diferenciados que requieren ciclos separados: nutrientes biológicos que cierran el círculo con la biosfera y nutrientes técnicos cuyo ciclo queda confinado en la tecnosfera evitando su vertido a la biosfera.

Estos nutrientes técnicos se someten a un proceso de “supraciclaje” o “metaciclaje” (upcycling) en la que abastecen como recursos a nuevos productos útiles y valiosos (frente al downcycling o infraciclaje, que empobrece los recursos a medida que se someten a nuevas transformaciones de reciclaje).

El upcycling de los productos de la tecnosfera permite reducir el vertido de material artificial a la biosfera y la necesidad de recursos naturales.

Una re-evolución industrial

La obra Cradle to Cradle de Braungart y McDonough ha dado la vuelta al mundo y el concepto ha revolucionado el panorama actual hasta el punto de considerarse el inicio de una Nueva Revolución Industrial, una re-evolución verde.

Esta nueva forma de hacer las cosas requiere de una auténtica re-evolución industrial en la que todos los sectores de la sociedad trabajen unidos para la generación de valores ambientales, sociales y económicos en un proceso bien diseñado que de manera viable pueda situarse en la zona ganar-ganar (win-win) de las empresas.

Aunque en un principio pueda sonar a utopía, lo cierto es que en el planteamiento Cradle to Cradle se ofrecen argumentos y ejemplos que apoyan su estrategia de cambio.

A raíz de la publicación del libro, los autores crearon la certificación Cradle to Cradle ™ C2C con la finalidad de involucrar al sector industrial y reinventar unos procesos que aporten soluciones saludables y viables en una industria en la que “todo pueda reutilizarse, ya sea que el producto vuelva a la tierra en tanto que ‘nutriente biológico’ no tóxico o vuelva a la industria en tanto que “nutriente técnico” que pueda ser reciclado una y otra vez”.

La marca Cradle to Cradle C2C (plata, oro o platino) certifica los productos cuyo análisis del ciclo de vida dirige su enfoque hacia el ecodiseño, es decir, teniendo en cuenta no sólo la función del producto durante su vida útil sino también después de cumplir su ciclo de uso, lo que maximiza su valor material sin perjudicar el entorno.

Los criterios de certificación Cradle to Cradle se concentran en las características de sostenibilidad de los materiales, productos y sistemas:
– Evalúa el impacto de los productos y sus componentes sobre la salud humana y el medio ambiente.
– Mide la capacidad del producto para ser reciclado o usado como abono sin entrañar peligro.
– Cuantifica la calidad de la energía y la cantidad de agua que se utilizan para crear un producto.
– Valora la responsabilidad social de los fabricantes.
A esta certificación ya han optado numerosas empresas de la lista de 500 (ránking de las empresas más solventes de EEUU) publicada en la revista Fortune que han querido destacarse de la competencia incorporando el concepto Cradle to Cradle a sus procesos de producción.
Cada vez existen más estudios económicos relacionados con el mundo empresarial que comienzan a creer que con este nuevo enfoque aplicado a los procesos de producción y consumo no sólo se dejan atrás las tradicionales y costosas respuestas que se vienen dando a los problemas medioambientales (reducción, reutilización y reciclado), sino que se elimina la necesidad de cumplir con una normativa cada vez más restrictiva.

Actualmente son muchas las empresas dispuestas a asumir el desafío que supone la aplicación de los principios Cradle to Cradle a sus procesos de producción, y sin duda, este indicador es uno de los más significativos a la hora de evaluar el éxito creciente de este movimiento.
La lista de productos con certificación Cradle to Cradle es larga y va en aumento, desde el mobiliario de oficina, pañales y césped artificial hasta fachadas y cubiertas prefabricadas de edificios.

En el siguiente enlace (http://www.mbdc.com/certified_producttype.htm) se puede encontrar un listado completo de productos con la certificación Cradle to Cradle.

La incorporación de actuaciones de mejoras ecoeficientes y del ecodiseño a los procesos industriales supone la actuación más avanzada de mejora ambiental. De manera que podríamos decir que las primeras organizaciones que incluyan estos principios de ecodiseño en sus procesos y productos estarán adoptando una posición ventajosa con respecto a su competencia pues su calidad de producción, capacidad de innovación y argumentos ambientales se destacarán en un entorno social que cada vez valora más estos aspectos.

Artículo publicado en The Ecologist


Links y bibliografía
• William McDonough y Michael Braungart: “The Next Industrial Revolution”. The Atlantic. Octubre 1998.
• Manual de sostenibilidad: Ecodiseño: ECODES
• Jorge Riechman: “Biomímesis, ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecosocialismo y autocontención”. Los libros de la catarata. Madrid 2006.
• El estado del planeta 2008 – National Geographic España.
http://www.c2ccertified.com/
http://www.mbdc.com/certified_producttype.htm
http://money.cnn.com/magazines/fortune/fortune500/2008/
http://www.mcdonough.com/writings/c2c_design.htm

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