Al hilo de nuestro último post, hoy hemos querido poner el foco en modelos y ejemplos que inspiran la colaboración entre las empresas y el tercer sector para lograr sus objetivos.
Ya no es rentable no ser ético
Ya adelantamos que la colaboración entre empresas y tercer sector está aumentando y mejorando en los últimos años. Ya sea por razones de supervivencia, necesidad de innovar o concienciación social, la realidad es que esta relación, además de beneficiar en el corto, medio y largo plazo tanto a la empresa como a la ONG, cierran el círculo beneficiando a la sociedad en general.
Algunos de los beneficios de esta colaboración son los siguientes:
- Diferenciación.
- Difusión de valores.
- Más y mejores recursos.
- Intercambio de capacidades.
- Mejor conocimiento del mercado local.
- Nuevas redes.
- Nuevos productos.
- Información y transparencia.
Nuevas formas de colaboración
Alianzas a largo plazo y gestión eficiente
Es la forma de colaboración más habitual ahora. Las dos entidades unen sus esfuerzos y recursos para lograr un mayor impacto y aumentar su eficiencia. Por separado, las dos entidades no podrían lograr su objetivo de manera tan óptima. Estas colaboraciones se mantienen en el largo plazo y la intensidad suele aumentar con el tiempo.
Un buen ejemplo de este tipo de colaboración es el caso de empresas consultoras cuya mejor aportación no es su dinero, sino el conocimiento y las habilidades que su equipo de trabajadores pueden ofrecer a una causa o proyecto sin ánimo de lucro (voluntariado corporativo).
Una colaboración que fomenta precisamente este tipo de sinergias es la iniciativa del Pacto Mundial y del Instituto de Crédito Oficial (ICO) que ofrece una formación teórica y práctica gratuita para que las PYMES tengan oportunidades de voluntariado corporativo con el fin de fomentar las vocaciones profesionales, la mejora de la empleabilidad y el desarrollo de sus capacidades emprendedoras mientras obtienen satisfacción personal, rendimiento, orgullo de pertenencia y reputación.
Mejora de la calidad de la intervención social
Es el segundo tipo más común. Se basa en la complementariedad de las dos entidades.
Un buen ejemplo es la colaboración entre empresas y ONGs que contando con grandes conocimientos de logística, estudian conjuntamente vías de cooperación para ayudar a los campos de refugiados y asistencia humanitaria.
Otro ejemplo interesante en este sentido es el de la Fundación Orange y la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Gregorio Marañón que proporcionan material visual como dibujos animados, 3D y pictogramas a niños con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) y a sus familiares para facilitar las visitas médicas y que puedan ser atendidos sin generarles ansiedad.
Innovación y emprendimiento social
Esta forma sirve para crear nuevos productos o proyectos con alto valor social.
En este tipo de colaboración, la empresa se nutre directamente de la filosofía del tercer sector demostrando que se pueden crear empresas que solucionen los principales problemas sociales y medioambientales y al mismo tiempo ser altamente rentables.
Ya no se habla de negocios sin ánimo de lucro sino de negocios sociales, que necesitan de un modelo de negocio sostenible y escalable para seguir teniendo su impacto social.
Tal es el caso, por ejemplo de la cooperativa Moltacte, cadena de tiendas outlet centrada en las personas, que armoniza valores sociales, económicos y comerciales a través del acuerdo con marcas de moda. O el caso de la asociación NAIM y la empresa de catering ecológico Q’weno, que colaboran estrechamente para mitigar el paro y la exclusión social a través de programas de formación e inserción laboral.
Buscar el cambio local y global
Estas alianzas buscan mejoras y cambios tanto sociales como ambientales. Una forma común es establecer una relación para terminar con una mala práctica común en un sector. La ONG ayuda a promover prácticas éticas, creando un sello o alguna certificación, por ejemplo.
Un ejemplo local de esta relación es la establecida por el gobierno de Zaragoza y ECODES. Este último impulsó un movimiento social para solventar el problema del agua coordinando de manera magistral a actores claves de los tres sectores (privado, público y asociativo) e impulsando los principios de una «Nueva Cultura del Agua» de cara a sensibilizar a la ciudadanía sobre este tema.
Lectura recomendada: http://voluntariadoyempresa.hazloposible.org/guias-y-manuales/14-lecturas-practicas-sobre-voluntariado-corporativo-para-este-verano/