Barack Obama, Angela Merkel y otros líderes de las más importantes economías mundiales se reunieron el domingo y lunes de la pasada semana en Alemania para debatir sobre diversos temas de afección mundial. En la agenda, el clima y la energía aparecían como temas de gran relevancia, con charlas paralelas en Bonn y acuerdos decisivos fijados para finales de este año en París.
Este documento es un compromiso histórico para eliminar por completo la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera de ahora hasta el final del presente siglo, con una reducción desde el 40 al 70% para 2050. Mientras que la llamada a la descarbonización se entiende como la herramienta con la que los países occidentales quieren gestionar el cambio climático, ya hay planteadas algunas medidas de cómo quieren llevar esto a ser una realidad. Sin embargo, estas medidas hace suponer que más de uno levantará la ceja al ver cómo el G7 se está tomando en serio el cambio climático como un problema presente.
Buenas noticias: Las emisiones bajan y todos hacemos algo
Una de las referencias del G7 recogidas en la declaración fue:
“Conociendo este objetivo (2°C) y los últimos informes del IPCC, enfatizamos sobre la necesidad de disminuir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la descarbonización de la economía global durante el presente siglo.”
Ello significa que los líderes del G7 quieren decirle adiós a los combustibles fósiles como motor de la economía. Igualmente, han establecido el 2050 como año para que las emisiones de gases de efecto invernadero hayan bajado de un 40 al 70% con respecto a los valores del 2010.
Los países que forman parte del G7 son responsables de 1/3 de las emisiones de gases de combustibles fósiles. Mientras los esfuerzos sean la clave, está claro tanto por el documento como por la huella de carbono, que todos los países del mundo tendrán que involucrarse.
La realidad es que para conseguir el objetivo de los 2ºC, el ritmo de emisión actual no lo permitiría. E incluso, en el caso de que la descarbonización tenga lugar durante este siglo, sería difícil mantener el calentamiento global por debajo de ese límite. En otras palabras, hay mucho que hacer y mientras el compromiso de mitigar el cambio climático -y todos sus impactos asociados-, está ahí, no lo están tanto ni los mecanismos de acción ni la implicación política.
Conseguir el tono del discurso dentro documento al que venimos haciendo referencia ha sido un logro. Canada y Japón se negaron a apoyarlo, lo cual no es una sorpresa ya que los planes climáticos de ambos países han sido tachados de inadecuados. Los recursos petrolíferos de Canada representan una de sus garantías económicas (y de emisiones de gases de efecto invernadero).
Un saludo al gas
Las energías renovables (aire, sol y otras) no se mencionan en ninguna parte del documento del G7, pareciendo como si no tuvieran ninguna importancia para mitigar el cambio climático. La única forma de energía que sí recibe una referencia en el manifiesto es el gas natural.
Este hecho está relacionado con una carta recientemente publicada por “Big Oil” en la que pedían la aplicación de un impuesto del carbono al mismo tiempo que ensalzaban al gas natural como sustitutivo. con lo que tanto los productores como las economías afines, interdependientes unos de otros, ven al gas natural como el puente natural para alejarse del uso del petróleo y el carbón.
Los investigadores no han tardado en cuestionarse si el gas natural es realmente el puente a la energía limpia que se está esperando. Mientras que el gas natural no produce tantos deshechos como el carbón y el petróleo durante su combustión, sí que pueden tener lugar fugas de metano -uno de los más impactantes gases de efecto invernadero-, desde las tuberías y los pozos para echar por tierra los posibles beneficios de su uso.
Sea lo que sea, parece cada vez más claro que el gas tendrá un papel importante para combatir -o contribuir- al cambio climático.
Dinero para la adaptación al cambio climático, no para los combustibles fósiles
Las firmas en el documento del G7 ha renovado el compromiso de obtener los 100.000 millones de dólares para la Green Climate Fund a la vez que se cierra el grifo para los subsidios a la industria del petróleo.
La Green Climate Fund es una comisión de la ONU para apoyar a los países en vías de desarrollo en el proceso de adaptación al cambio climático, a la vez que ayuda a la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero. En la actualidad ya se han destinado 10.000 millones de dólares a este ente, pero aún es un porcentaje pequeño del objetivo para 2020 de tener los 100.000 millones invertidos en el programa. El G7 asegura que esta suma se alcanzará gracias a la aportación de otros países firmantes así como de donantes privados.
Por su parte, el compromiso de acabar con los subsidios a los combustibles fósiles, que han alcanzado los 548.000 millones de dólares anuales -según la International Energy Agency-, podría ser esa ayuda para cumplir con los objetivos de financiación de la Green Climate Fund. Si se lleva finalmente a cabo o no, el futuro más próximo lo dirá.
Este artículo es una traducción del original publicado en crowdenergy.org
Credit: Bundesregierung/Denzel